¿Qué es la juventud si no la tierra fértil del sueño y la infinita posibilidad del vuelo?

en el bordo de Xochiaca, tierra de materia deshechada, encontrada, reciclada y vuelta a deshechar, Roque y Tomás, dos jóvenes nezas, se encuentran con un gorrión en peligro de extinción con el ala rota al cual nombran Jerry Lee y se deciden a sanarlo en medio de un páramo de basura y necesidad

en un texto tan triste como entrañable de Tania Yabel Mayrén Degollado, esta pareja de aves de vuelo cortado –interpretada por Daniel Lemus y Omar Sorroza, cuya natural química y carisma vuelven entrañable el pasaje del texto– se ven cada día confrontados por la imagianria posibilidad de quienes podrían haber sido y podrían todavía ser o no ser. De qué podría ser la vida dentro de la tierra del reciclaje eterno. Roque mira hacia los cielos y se pregunta lo que será ser un ave, capaz de volar de un lado al otro libremente; ¿pero se es libre de ir y venir si siempre se regresa al mismo lugar? ¿Si en verdad uno nunca se fue? Son precisamente esos lugares a los cuales regresamos porque nunca los dejamos atrás los que explora TYMD en su texto: las ausencias y lo que hacemos para llenarlas. Roque monea, Tomás se niega a soñar. “Piensa otra cosa,” dice en repetidas ocasiones, en la que podría ser tesis del primer cuarto de la obra

tras quizás la escena mejor lograda de la obra en un bello emparejamiento de texto, música, propuesta virtual, iluminación y duo escénico que funge como un estado de sueño que nos arrulla entre la basura a luz de noche del Bordo, los amigos ven prontamente confrontado el amor que le tienen a su nuevo amigo Jerry Lee y el propósito que haberlo nombrado y decidido cuidar les ha dado a los dos ante la imperante necesidad que los tiene en el Bordo: alimentar la familia de uno y la supervivencia del corazón tiempo atrás roto del otro. El choque entre estas dos realidades, así como el eterno regresar de los pájaros a su sitio de sustento, se ve perfectamente respresentado por un ring dentro del cual toma lugar la acción escénica, un ring que Tomás y Roque van cerrando con cintas a lo largo de la obra, dejándolos cada vez más encerrados dentro del cuadrilátero para luchar eternamente, sin importar cuánto se lleguen a alejar, o por cuánto tiempo

y aunque el texto y el tema, que pareciera circular la muerte de la juventud y con ella la esperanza del soñar (cuando lo que uno debe hacer es sobrevivir), TYMD cierra con algo más poderoso que un sueño: con la realidad de una amistad que a pesar de los golpes de la vida y los picotazos de las aves de rapiña, mantiene el vuelo acompañado uno del otro, aunque este sea a ras de suelo, eternamente buscando qué comer. En el Bordo de Xochiaca uno siempre busca creyendo que encontrará un tesoro, y en este triste vistazo al vuelo cortado de los que sobreviven día a día, siempre uno a la vez, pareciera que el tesoro más grande es tener con quién reír y compartir las horas de sol y hambre.


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